It's raining Men
A mi amiga Laura le llueven los hombres. El último llegó en busca del martillo que cayó volando en el jardín de mi amiga.
En realidad, el hombre no apareció volando, sino por su propio pie, pero es casi como si hubiera caído del cielo.
Él era un albañil de la obra de al lado. Esto empieza a parecerse al argumento de una película porno o de una película no porno, tanto da, pero mi amiga y su vida son así.

El hombre que, según Laura, no estaba nada mal, llamó a la puerta preguntando por su martillo. En ese momento, yo seguramente me hubiera muerto de la vergüenza, pero Laura bromeó con él y le acompañó en búsqueda de su herramienta.
Mi amiga me contó cómo, discretamente, ella examinó su cuerpo. Iba sin camiseta, su torso estaba bronceado y sus músculos lucían cual anuncio de “la hora del Yogur”.

Cuando el paleta recuperó por fin el utensilio perdido y era hora de despedirse, Laura se dio cuenta de que él la estaba mirando de arriba a abajo y le dijo:
-Se te van a caer los ojos. ¿No te han enseñado a mirar más disimuladamente?

Aquí está la diferencia entre una ingenua aspirante a Mata Hari, como yo, y una auténtica Seductora, lo tengo claro. En su lugar, yo me hubiera cortado y hubiera tropezado con la alfombra o con la puerta perdiendo todo el glamour y la seducción al momento.

-Estás muy buena –respondió él (Vale, no es una frase de película, pero yo puedo sentir como la tensión sexual se mascaba en el ambiente).
Laura rió con esa risa suya encantadora, despreocupada y algo punzante.
Y le pidió el teléfono. Lo apuntó y lo despidió sonriéndole y riéndose:
-¡Fuera de mi casaaaaaa!

A estas alturas, seguramente yo ya hubiera tropezado otra vez y me hubiera caído encima de él, dando lugar a un terrible malentendido, o me sentiría absolutamente apabullada. O, quizá, peor aun, hubiera enviado a musculman señales tan contradictorias que me vería en la incómoda tesitura de intentar salir, como una resbaladiza serpiente, de entre sus brazos murmurando mil excusas y sintiéndome fatal.

Pero Laura controla siempre la situación, el tempo y, sobre todo, los deseos de los hombres… Y ahora tiene un nuevo teléfono en su “chorboagenda”, como la llama ella, que usará o no. Quien sabe…
¡Ay! ¿Quién no ha soñado alguna vez ser una Mujer Fatal de esas que no acaban fatal?
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  • SARA

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    Soy asesora de La Maleta Roja . Soy treinteañera (muy treinteañera, de hecho) y actualmente no tengo pareja. Ligo en ocasiones, aunque la mayoría de las veces no me entero de que me están tirando los trastos aunque me den con ellos en la cabeza. Me apasionan el sexo, las relaciones entre hombres y mujeres, las relaciones humanas y la vida en general. ¡Somos todos tan peculiares!!! Todavía espero que aparezca el amor, pero, mientras tanto, ¿por qué no pasarlo bien?