La dura vida del promiscuo


Reivindico la palabra promiscuo o promiscua como un estado del ser humano tan válido como otro cualquiera. Me niego a que sea una calificación despectiva.
Si la vida no da amor o necesitas de todo menos amor, ¿por qué no disfrutar de la existencia -buscándolo o sin buscarlo- con relaciones divertidas?
Tengo suerte. Mis dos recursos/amigos/amantes se llaman Pepe, pero no siempre existe esta feliz coincidencia de nombres y a veces se producen situaciones embarazosas.

Mi amiga Laura, que tiene mucho éxito entre los hombres y normalmente tiene a su alrededor varios de ellos danzando y agasajándola, tiene actualmente cuatro amantes más o menos fijos.

Cuando queda con uno de ellos, Laura dice, con una sonrisa encantadora y pelín cínica y ojos chispeantes y soñadores: “voy a repartir amor, tengo mucho amor para dar”.
El problema viene cuando está con uno y está a punto de llamarle por el nombre de otro, pero lo resuelve siempre con rapidez e ingenio.

-¿Te gustó la película, Ma…? Y cuando se da cuenta de que esta a punto de llamar Manolo a Salva, cambia el chip y añade, precipitadamente: “MA-ñana podemos ir a ver otra, hay muchos estrenos interesantes este mes.
O bien, exclama:
- ¡Qué puntazo, Da…” Y entonces se da cuenta de que está a punto de llamar Daniel a Miguel y cambia el tercio otra vez: “DA-me un poco de agua, por favor” o lo que se le ocurra que pueda encajar en el momento.

Todos ellos intuyen que no son los únicos y saben que entre Laura y ellos hay cariño pero no amor ni enamoramiento ni nada que se le parezca. No obstante, para evitar tiranteces y malos rollos, es mejor no hablar de ello ni que se haga evidente,


Quiero proponer, por solidaridad promiscua y desinteresada, algunas salidas airosas para que los coleccionistas de amantes, felices poseedores de una divertida “chorboagenda” –como la denomina Laura-, puedan remediar sus equivocaciones de nombre.

Si el nombre erróneo es Miguel. “MI-ra no sé si estoy de acuerdo con lo que acabo (acabas) de decir” o, sino se te ocurre nada con la suficiente rapidez: “MI-erda, me he olvidado el Cd que te había grabado”.
Para Javier. “JA! Esto ha sido muy gracioso”.
Para Abel. Dios mío, lo has dicho entero, con todas sus letras: ABEL. Haz valer tu dislexia y añade, con naturalidad: “A ver si la semana que viene tengo más tiempo, porque estoy muy estresada”.
Para Raúl. Se impone la rapidez: “RA-pido, sin pensarlo, dime cuál es tu canción favorita”.
Para Salva. “SAL un momento de la habitación, por favor, tengo una sorpresa para ti”. Y entonces, planeas algo excitante, con gran celeridad, como ponerte ese conjunto de ropa interior que todavía no has estrenado y envolverte en una boa de plumas.
Para Valentín. “¿VAL-e que ahora podríamos jugar a ser un sultán y su odalisca? Si has llegado un poco más lejos al pronunciar el nombre equivocado sustituye “Vale” por “Valen”.
Para Pepe: “PE-ro eso es genial”.

P.D.1. La mayoría de estos truquillos valen también para nombres de mujeres.
P.D.2. Estos son sólo algunos ejemplos, puedes crear muchos más sobre la marcha o incluso tener pensados algunos con los nombres de tus habituales para casos de emergencia.
P.D.3. Sí, la vida del promiscuo es deliciosamente estresante.






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  • SARA

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    Soy asesora de La Maleta Roja . Soy treinteañera (muy treinteañera, de hecho) y actualmente no tengo pareja. Ligo en ocasiones, aunque la mayoría de las veces no me entero de que me están tirando los trastos aunque me den con ellos en la cabeza. Me apasionan el sexo, las relaciones entre hombres y mujeres, las relaciones humanas y la vida en general. ¡Somos todos tan peculiares!!! Todavía espero que aparezca el amor, pero, mientras tanto, ¿por qué no pasarlo bien?